martes, 31 de mayo de 2011

Profesor, escúchese.

-No quiero tener que recordarte que son personas - dijo una voz que emanaba de ningún lugar.

-¿Te refieres a los alumnos? - Contestó con normalidad a la voz inexistente -. Pero si no han estudiado, mira que exámenes más pobres me han hecho.

-¿Tú crees? ¿En casa de cuantos de tus alumnos has estado mientras "no estudiaban"?

-¡Calla! No hace falta, eso se ve cuando corriges, y no han estudiado... si es que mira, mira como no han hecho suficientes problemas. Se ve, te digo yo que se ve, que el examen estaba chupado y aún así ha suspendido casi toda la clase. Estoy muy enfadada.

-Ya sé que para ser la voz de la conciencia soy muy pesada, pero ¿no crees que eso de juzgar por las bravas a tus alumnos no dice nada bueno de ti? - Replicó la voz.

-¿Juzgar? Eso no es juzgar, eso es la verdad, que te lo digo yo, que no han estudiado, han dejado mi materia que es la más importante de lado. Se han confiado. Si te lo digo yo, que no han hecho suficientes problemas.

-Lo que tu digas, yo solo quería decirte un última cosa; cada vez que le dices, sin tener ni idea, a uno de tus alumnos, que no han estudiado estás tirando por tierra todo su esfuerzo, por poco que sea. Menos mal que algunos no te van a volver a ver más.

-Pero si hubiesen estudiado habrían sacado buenas notas y no me habrían hecho los exámenes esos que me han hecho -Añadió con rotundidad.

-Como tú quieras, me vuelvo a dormir, que aquí no pinto nada pero no olvides que cualquiera puede tener un día "espeso". Aunque tú eso ya lo sabes. Adiós.

Y esta ha podido ser la conversación entre más de un profesor y su conciencia.

sábado, 28 de mayo de 2011

Psicotrópico.

Allí estaba, nadando en un mar de petunias y crisantemos, deslizando la voluptuosidad de su silueta entre pétalos morados y campanas coloradas. Yo contemplaba el vello incipiente en la base de la tripa que se destapaba bajo la opacidad de una corola fucsia, parpadeaba y comenzaba a recorrer con la vista los trazos que delimitaban su figura separando de manera física lo mundano de lo fascinante. Paraba, cerraba los ojos y los abría de nuevo, lentamente, aterrado ante la posibilidad de que aquel delirio se hubiese diluido en el jugo de la razón. Seguía allí. Una leve brisa recogía su fragancia junto a la de su guarnición floreada, las mezclaba e impulsaba aquel cóctel por mis fosas nasales, provocando que su esencia detonase en mi cuerpo la más tórrida de las alteraciones vividas. Se incorporó sobre el florido tapiz dejando descubiertos todos los entresijos de su cuerpo. Mi imaginación dejó de trabajar y la sangré se olvidó de abastecer el cerebro de oxigeno. Un olor a vainilla me llegaba a los pulmones en cada respiración mientras veía como el tono níveo de su piel se disolvía en los arrebatos de la brisa. Se ha ido, y con ella, los efectos de la droga.

martes, 24 de mayo de 2011

Exámenes.

Tazas humeantes, cucharas que se amontonan junto a unos recipientes que no hace mucho rebosaban cafeína y teína, botellas de agua vacías y platos sin alimento, montañas de desidia y ropa amontonada en los rincones. Polvo y camas deshechas. Pastillas para el dolor de cabeza. Folios y un mar de virutas de borrador componen una capa opaca sobre el resto de útiles que descansan en la mesa, desgastados por el uso.

La sangre fluye acelerada por el té y el café, se detiene en seco ante el cansancio súbito justo antes de que la cafeína vuelva a hacer efecto. El sueño solo es una imagen ilusoria del pasado. La noche es larga.

lunes, 16 de mayo de 2011

Con mayúscula.

Y qué si te hablo de amor. Qué ocurre si te digo que ya no creo que sea una invención cultural ni una escusa para justificar el sexo, que no es cosa tan solo de apuestos príncipes montados a los lomos de un caballo de crines impolutas y princesas de áureos cabellos y vestidos de seda. Y qué si cojo toda la sinceridad que me quepa en la boca y la escupo para que ésta vuele hacia tus oídos en forma de "te amo". No me queda más remedio que comprobarlo.

Poetas torturados, ahora entiendo vuestro flagelo; os comprendo cuando diluís la tinta de vuestra pluma en charcos de lágrimas y la restregáis a lo ancho del papel, ensombreciéndolo con vuestra discordia. Ahora conozco la causa que os mueve a la creación, cómo os retozáis en vuestra impotencia puesto que sois incapaces de darle forma a la infinitud que vislumbráis tras la palabra Amor.

sábado, 14 de mayo de 2011

Final feliz.

Despiertas del sueño. Una gota de sudor frío se pasea por tu frente mientras intentas ordenar el caos de imágenes que se arremolinan en tu memoria. El mundo se extinguió allí, en aquel lugar onírico del que provienes. La noche caía sobre los tejados de los edificios haciendo fuerza contra el suelo al mismo tiempo que las sombras se esparcían cubriéndolo todo. Aquella capa de tinieblas presagiaba el comienzo de la noche y el final del todo. Intentas recordar tu desenlace soñado y a la mente vuelve el estoicismo con el que afrontaste la extinción. La abrazaste, no te lanzaste a la calle a pregonar el apocalipsis como hacía el resto. Hundiste la nariz bajo su barbilla y succionaste toda la fragancia que tus pulmones podían contener. Le dijiste que la querías y le preparaste la cena a la luz de las llamas que emanaban en corro alrededor del hornillo. Cenasteis por última vez. Os desnudasteis y os amasteis sintiendo la pasión fluir entre las venas y las arterias, conscientes de la fugacidad con la que la canícula de vuestros cuerpos se vaporizaba. Os dejasteis abrazar por la oscuridad terminal tras dedicaros una mirada y os entregasteis al sueño mientras los gritos rotos de aquellos que no aceptan el final se fundían con la penumbra. Pobres hombres y mujeres, pensaste. Pobres porque son incapaces de aceptar que cada noche puede ser la última, porque no viven su última noche todos los días.

Tú dormías ajeno al caos y a la muerte que se respiraba en las calles, como una noche cualquiera.

La gota de sudor desciende ya por la sien y un sentimiento extraño te invade, probablemente sean las consecuencias de estar recién levantado o quizás, te sorprendas al darte cuenta de que no te importaría tener un final así.

viernes, 13 de mayo de 2011

Orgasmo.

La vida es una cópula. Desde que tienes constancia de dónde estás, es decir, desde que eres consciente de la vitalidad que fluye por ti o del mar de sudor y saliva en el que te encuentras sumergido; del éxtasis que supone vivir o hacer el amor, solo buscas desesperadamente la prolongación de este estado, eso sí, sin dejar de desear con terrible ansiedad su final. Pretendes alcanzar el súmmum dejando en el camino las caricias, los besos y los abrazos, preparando un buen airón de gemidos para despedirte del proceso, un mecanismo del cual solo apreciamos el momento postrero. Si en vez de pretender la eyaculación, tuviésemos como objeto deshacernos en caricias y en arrumacos mientras tanto, disfrutar del trance y del calor hasta que el orgasmo, como la misma muerte, se abalanzase sobre nuestros cuerpos, siendo algo inesperado al mismo tiempo que deseado, la muerte, tal vez no sería tan mala, al igual que el orgasmo no sería tan bueno; siempre y cuando se viva con intensidad los respectivos preludios.

martes, 10 de mayo de 2011

Párate y bébete un zumo.

Entre el ajetreo y el estrés al que estamos acostumbrados no solemos detenernos a mirar en nuestro interior dejando a un lado el flujo del tiempo y centrándonos en el instante presente. Vamos a remolque del devenir, ausentes de la vigencia de cada segundo, inmersos en especulaciones acerca del lugar al que queremos llegar. El futuro, la meta, el fin, esa ilusión inalcanzable a la que nos vemos abocados inconscientemente. No hay futuro. Detente y disecciona el momento en el que estás viviendo antes de que se diluya. Disfruta de él o súfrelo, intensifícalo, exprímelo, bebe su jugo y estremécete ante su acidez o sucumbe ante su dulzura. Descubre el significado de "saborear la vida".

El futuro es inaprehensible, pero aún así nos empecinamos en alargar la mano para agarrarlo, pretendemos sujetarlo en alto y agitarlo a nuestra merced. Ilusos. Nos olvidamos de la incapacidad que existe al pretender hacerse con la nada. Nos olvidamos de que lo único certero más allá del "ahora" es la incertidumbre, o en su defecto, la putrefacción del cuerpo. Y entre tanto olvido no recordamos que la felicidad solo es posible en presente.

Un cordial saludo. Raúl.

domingo, 8 de mayo de 2011

Lágrimas.

Las lágrimas caían en cascada por mis mejillas, se bifurcaban en pequeños riachuelos salados; unos acaban en mis labios, otros se extinguían a la altura de la barbilla y el resto fluía libre hasta encontrarse con la negra densidad de una barba que acumulaba ya un par de semanas de crecimiento. Mientras tanto, yo estaba parado frente a ella, con un cuchillo en la mano. Me preguntaba si fue aquel corte transversal el que le arrebató la vida. Ahora daba igual, las lágrimas seguían naciendo de manera incontrolada. Miraba el cuchillo en mi mano antes de posarlo sobre el cadáver y centrar toda mi atención en continuar con aquella carnicería, en destripar y mutilar con la maestría característica de aquel que está acostumbrado a hacerlo a diario. Cuanto más me cebaba con sus restos y más atención ponía en desintegrar sus entrañas, más fluido lacrimoso emanaba de mis ojos. Recordaba sus curvas revestidas por un cuero tostado y suave; de la forma curva de su cuerpo no quedaba nada reconocible y la piel la deseché, la arrojé a la papelera antes de que la putrefacción se abalanzase sobre ella. Por mucho que me guste comerme sus vestigios, me he jurado no volver a hacerlo, no lo haré de nuevo. No. No volveré a cortar más cebollas.

sábado, 7 de mayo de 2011

Magia.

Comienza a llover y las primeras gotas golpean en el cristal dando lugar a un sonido que actúa a modo de pregón. La tormenta se acerca y con ella el hechizo que formulan las gotas de agua al precipitar, enfrentadas unas contra otras por alcanzar el suelo antes que su semejante, creando hileras vivas en los cristales de las ventanas, dando vida a una palmera que espera con ansia su visita o a una morera que con alegría recibe las envestidas de las argénteas chispas en sus hojas. Aquel que diga que la magia no existe es porque nunca se ha parado en el alféizar de un ventanuco a contemplar tal espectáculo natural, a ver como un hombre camina sin paraguas, sorprendido ante la espontaneidad del agua o a disfrutar desde su escondrijo de la exhibición que dos enamorados ofrecen al mundo al recibir con desesperación toda la furia que las nubes tenían contenida en sus cabezas, en sus rostros y en sus labios, ahora conectados.

La lluvia cesa, pero el encantamiento permanece en el húmedo tapiz que queda en el suelo, en el aroma a magia recién acontecida o en el cántico de los pajarillos que lamentan la marcha de la tormenta.

La magia queda atrapada en forma de vida.

viernes, 6 de mayo de 2011

¡Gritad gamberros!

En España, mi país, caminar por el filo de la mayoría de edad hace libre a este funambulista de todo el mundo existente que hay más allá del fino alambre que pisa. La temeridad del joven incentivada por un cóctel de hormonas no le permiten ver que dentro de un par de años, si todo sigue como lo hace, se encontrará junto a sus compañeros, los equilibristas, engrosando la cola del paro.

La política queda fuera del horizonte de este ser de 17 años, lejísimos, tanto como a un par de meses. Puede que esa sea la causa de que a estas edades, en mi país, la conciencia política sea nula, y ya ni hablemos de las responsabilidades que la democracia trae consigo. Se organiza una huelga general para el trabajador porque hay unas cotas de paro sacadas de una película de terror, pero al chaval de 17 años se le olvida que hay un 40% de paro juvenil. ¿O acaso ni lo sabía? Y si lo sabía, qué hace acudiendo cada mañana a ese lugar al que le forman a uno para trabajar -paradójico ¿no?-. No lo sé, supongo que en mi país está mal visto que un niño (nótese la ironía) de 17 años falte al instituto un día, qué digo faltar, que se revele y haga que lo cierren, que defienda su futuro y que se haga oír. Eso en mí país eso es ser un gamberro.

Que conste que no hablo de violencia. Nunca. Pero parece que en mi país los jóvenes de 17 años estemos contentos con nuestro futuro. Yo aún no he oído a nadie quejándose, y de hecho veo la quietud y la sumisión de mi generación y la comparo con la de otros países, por ejemplo con Francia: hará unos meses, allá por octubre, los jóvenes se ausentaban de las clases y cerraban sus centros, gritaban y montaban alboroto. Yo los oí desde mi casa, no quiero ni imaginarme como tendría la cabeza Sarkozy. No hay color.

Imagino que en Francia la tradición política está más arraigada en la sociedad. Visto lo visto, mucho más que aquí. Pero no desespero, soy consciente de que eso que para mí es una responsabilidad para con uno mismo y para con el conjunto, no es más que una actitud revolucionaria y un tanto fantasiosa. Así que, desde mi optimismo, invito a todos los jóvenes a hacerse oír, a gritar y a manifestarse por un futuro. ¡Gritad gamberros!

Ni siquiera las estrellas brillan hoy

Ni siquiera las estrellas brillan hoy. Miro el mapa del cosmos y no hay puntos resplandecientes o cuerpos incandescentes que me guíen, ni mucho menos está ella. La visibilidad del cielo estrellado está impedida por una densa capa de neblina, una cortina de sufrimiento que no me permite escapar de este planeta. No puedo transportarme a ese lugar al que tanto me gusta acudir y recibir de sus melosos labios, sus besos. Mis dedos se ven sin sentido al no poder rastrillar su pelo y la ausencia de la seda de su cabello me atormenta, me golpea y me flagela [...]