Tomar decisiones es un arte. En cierta medida todos somos artistas de la elección y al igual que en cualquier otro arte, las obras, y con ello me refiero a cada dictamen, manifiestan los sentimientos y las intenciones del que lleva a cabo la elaboración. Plasman un largo periodo reflexivo sobre un soporte efímero y al igual que un cuadro pueden ser destruidas o reelaboradas.
Hay juicios más elaborados que otros, sentencias que se comprenden con el transcurso del tiempo y las hay incluso que como en todo arte, solo se valoran una vez el autor ha muerto.
Pero a decir verdad, todo esto me da igual. No me siento precisamente un artista en estos momentos y probablemente tenga en mis manos los pinceles con los cuales he de dibujar el boceto de mi vida. Tengo miedo y supongo que no es un miedo irracional. Temo dejar desdibujada alguna parte importante antes de que sea demasiado para poder borrar.